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Cinco de la tarde, 17 de febrero de 2009. “Mamá no te entretengas que tengo cita con la doctora a las seis” le dice Marcos a su madre mientras se acaba la merienda. Una hora después Marcos llega al centro de ortodoncia Myriam Sada, junto al hospital de la Zarzuela en Aravaca. “Hola María, esta semana me he portado fenomenal, y además he sacado unas notas muy buenas” le cuenta a su auxiliar sonriendo. “Esto habrá que verlo” responde ella irónica. Juntos se acercan a un terminal electrónico en el que el niño de 8 años introduce su tarjeta de Ziving Club…
Esta situación resultará habitual para quien ya conoce los centros de ortodoncia de Myriam Sada, en los que se plantea la relación con pacientes, niños y familias, de un modo peculiar. “Somos especialistas en ortodoncia pero entendemos y tratamos a nuestros pequeños pacientes de forma integral y por eso nos preocupa su desarrollo personal, no sólo cuidar su boca” explica Myriam Sada, la directora del centro. Por este motivo desde que se inicia un tratamiento se intenta que el paciente aprenda a asumir pequeñas responsabilidades como ser puntual y cuidar su boca que le permiten ganar en auto-estima y poco a poco en independencia personal, sin dejar de ser un niño.

Marcos pasa al interior con María, coordinadora de su tratamiento y se sienta en un sillón para seguir con el programa trazado por la doctora Sada. Después de unos minutos se levantan y se acercan a los padres. María les explica cómo está evolucionando Marcos y de qué modo se está reorganizando su dentadura para conseguir una mordida perfecta y una bonita sonrisa. Les pregunta sobre la higiene que está llevando Marcos, si está asumiendo él mismo la responsabilidad de cuidarse y se preocupa por su evolución escolar.

Llegar hasta este punto fue muy sencillo; un compañero de clase de Marcos ya había iniciado el tratamiento el año anterior, -la Sociedad Española de Ortodoncia recomienda una primera visita alrededor de los 7 años,- y sus madres habían charlado sobre el tema. “En la primera visita nos hicieron algunas preguntas y tomaron fotografías de la boca del niño –le había comentado la una a la otra-, nos reunimos con la doctora Sada y esta nos hizo un primer diagnóstico y nos describió cómo sería el tratamiento, el niño estuvo entretenido en la sala de juegos y en apenas 1 hora ya teníamos listo también el presupuesto”. Y es que una de las normas de la casa es que los procesos sean sencillos y naturales y se trata de minimizar el número de visitas. “Un tratamiento no puede ser una carga más para los padres –explica la doctora Sada- por eso las coordinadoras gestionan un planning establecido de principio a fin para su tranquilidad y el niño asume desde muy pronto sus obligaciones”.

Se abren las puertas de cristal y Marcos vuelve a casa con sus padres; hoy ha aprendido que no se debe exagerar al hablar de sus propias notas y que es muy importante lavarse la boca siempre después de comer. Aunque disimula, no puede evitar una sonrisa; ha ganado varios puntos en su tarjeta esfuerzo-recompensa y pronto le corresponderá un regalo …

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